Triple alianza ‘Gobierno-empresas-sociedad civil’, definitiva frente al cambio climático

  Ya es claro que el calentamiento global dejó de ser un tema ambiental, para convertirse en un asunto que compete a todos los sectores sociales, engranaje que será determinante para reducir las emisiones de gases contaminantes. Este fue uno de los mensajes que se pudieron rescatar de la reciente Conferencia de las Partes de las Naciones Unidas (COP 22), que terminó recientemente en Marruecos.  

BOGOTÁ, NOVIEMBRE 29 DE 2016. Colombia, para sintonizarse con el esfuerzo planetario de evitar que el aumento promedio de la temperatura global supere los dos grados centígrados, se ha propuesto reducir en un 20 por ciento su contaminación con Gases de Efecto Invernadero (GEI).

Pero las perspectivas para comenzar a lograr esa meta no son las mejores. Contrariamente a lo esperado, es uno de los pocos países del mundo que no ha ratificado el Acuerdo de París, proceso que está en curso en el Congreso y podría prolongarse hasta mediados del próximo año. A lo que se suma el hecho de que un reciente Inventario Nacional de Gases de Efecto Invernadero (GEI) dio cuenta de que las emisiones nacionales, en lugar de reducirse, están aumentando. Subieron en un 15 por ciento en los últimos 20 años, al pasar de 245 millones de toneladas en el año 90,  a 281 millones de toneladas en 2010.

Entonces, el reto de disminución de esa contaminación es muy complicado. Tan complejo, que el intento por llegar a una economía baja en carbono que reduzca esas cifras descontroladas, objetivo sobre el cual aún estamos muy atrasados, no puede enfocarse únicamente a esfuerzos gubernamentales.

Surge la necesidad de que los empresarios, unidos a la sociedad civil e incluso a las organizaciones no gubernamentales, comiencen a ser protagonistas en la forma como se comenzará a aplicar lo acordado el año pasado en Francia (COP21) y que será la base de esa mitigación tan necesaria. Un tema que fue tal vez una de las conclusiones más relevantes de la Conferencia de las Partes de las Naciones Unidas para el Cambio Climático (COP 22), que se desarrolló recientemente en Marrakech (Marruecos).

Esta Cumbre de las Naciones Unidas, la segunda del siglo XXI que tuvo como sede el continente africano, podría pasar a la historia como otro ‘canto a la bandera’, a menos de que se convierta en el motor para el acoplamiento ‘Gobierno-empresa-sociedad civil’ que sea trascendental y que de paso impulse la voluntad política necesaria para concretar el financiamiento que permita a los países más vulnerables implementar medidas de mitigación y adaptación.

Un engranaje que es desde todo punto de vista posible y en el que hay muchas opciones disponibles para abordar. Una de ellas, por ejemplo, es vincularse con el diseño y ejecución de Acciones Nacionalmente Apropiadas de Mitigación (NAMA, sigla en inglés).

Una de esas acciones puede ser la masificación de estufas eficientes, que Fundación Natura ha llevado a cuatro regiones del país, con el fin de abolir la cocción improvisada de alimentos, que no solo causa tala de árboles (la madera se usa para prender fogones) sino que producen humo que genera dolencias respiratorias, principalmente entre niños y mujeres cabeza de hogar. Este es un NAMA en potencia, que podría extenderse a muchos departamentos con el impulso gubernamental, con la intención de resolver un problema de salud pública y donde podrían participar empresas comprometidas con el bienestar socioambiental.

Otro fuerte argumento que justifica que los empresarios y la sociedad se involucren con el medio ambiente es que desde hace años se sabe que el cambio climático dejó de ser un tema exclusivamente sectorial, para pasar a ser un reto que compete  a todos los renglones económicos. Por eso, las soluciones deben abordarse con un enfoque integral. Además, porque es imposible pensar en una economía baja en carbono, sin una sociedad pensante a la hora de comprar productos respetuosos con el entorno.

Una sociedad que cambie el consumo irracional por uno racional y ajustado al ahorro de recursos, un tema en el que la educación, incluso, resulta definitiva para alcanzar una ciudadanía crítica

Y tendremos que ser originales e innovadores para aplicar prácticas ambientales desde lo local que puedan aportar a medidas de mitigación y adaptación. Además, optimizar el impacto de la producción, impulsar la investigación para buscar caminos originales que nos lleven a descarbonizar la economía y aplicar procesos exitosos de restauración ecológica, temas que aún siguen siendo marginales.

En todo lo anterior hay un argumento de mucho más peso, que a pesar de su importancia y resonancia, en la COP 22 de Marruecos brilló por su ausencia: y es que en Fundación Natura hemos comprobado y estamos convencidos de que, además de los cambios tecnológicos que son fundamentales entre las empresas para bajar su impacto, las emisiones también se pueden atenuar apoyando soluciones basadas en la naturaleza, y a favor de la biodiversidad, incluso en lo agrícola y ganadero, y en el empeño por lograr una real adaptación.

Porque por ejemplo, se siguen construyendo diques para frenar inundaciones, en lugar de reorganizar la planificación del territorio para dejar de construir al borde de los caudales. Opción que además de ser menos costosa, entrega crecientes beneficios y es más duradera.

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