Niños de Betulia son meteorólogos aficionados

Con la ayuda de su profesora y con la asesoría de técnicos de Fundación Natura, los alumnos de la vereda Sogamoso aprenden del clima mientras monitorean una microestación.

BOGOTÁ, AGOSTO 26 DE 2016. Con la salida del sol, algunos niños de la escuela de la vereda Sogamoso, sector Corintios, en Betulia (Santander), llegan puntuales a sus salones de clase, muy expectantes.

Pero para ellos lo principal, a esa hora de la mañana, no es estar atentos al llamado a lista. Lo más importante es tomar los datos que ha registrado durante la noche y la madrugada una microestación climática que está instalada en el sardinel del aula.

Lentamente, cada uno de los pequeños se acerca al pluviómetro, para observar y medir la lluvia acumulada. Grandes ojos saltones enumeran las rayitas que han quedado marcadas, esta vez tras un chaparrón que cayó en la vereda durante toda la madrugada.

Eso no basta. Tras el registro, todos salen corriendo para apuntar los datos en un cuadernillo, una carrera que solo es interrumpida por la voz de la profesora Jhoanna Rodríguez, que los llama al orden.

Y mientras los niños juegan a adivinar cuáles han sido las temperaturas máximas y mínimas, ella, una docente de vocación y profesión quien ha compartido con ellos y la comunidad por casi un año, dice que la labor está más que justificada por la importancia que conlleva el conocimiento sobre clima local.

También hay 33 campesinos que vigilan el clima

Esta actividad de todos los días, en la que los niños y su profesora se transforman por un momento en un grupo de meteorólogos empíricos, complementa el monitoreo que se realiza con una red de 7 estaciones automatizadas que se encuentran en la zona.

Y hace parte de los logros que ha conseguido el desarrollo del programa para atender la percepción de la comunidad acerca de los posibles cambios microclimáticos ocasionados por el embalse Tocoporo, de la Central Hidroeléctrica Sogamoso, un proyecto que ha sido ejecutado por la Fundación Natura e ISAGEN.

No son solo los niños de la escuela de Corintios los que participan en sesiones de monitoreo climático. También lo hacen 33 productores de los municipios de San Vicente de Chucurí, Zapatóca, Betulia y Girón, que tienen instaladas en sus fincas un número similar de microestaciones. Con ellas siguen la temperatura, humedad relativa y precipitaciones, esto con la asesoría constante y la capacitación de un técnico de campo.

En medio del trascurrir del proyecto, los datos han sido analizados por los profesionales de la Fundación Natura. Y más adelante permitirán sacar conclusiones definitivas para determinar, entre otras cosas, si la presencia del embalse en la región ha generado cambios significativos en el clima local.

En la escuela, por ejemplo, en un solo momento se puede ver a Jimy Lamus, de 9 años, escribiendo número por número los datos registrados en el termohigrómetro, que mide la temperatura y la humedad relativa. Y a pocos pasos a Eric Santiago desocupando el pluviómetro que mide la cantidad de lluvia que ha caído.

La microestación, además de cumplir una labor científica para el proyecto de Fundación Natura e ISAGEN, es una herramienta pedagógica única, dice Rodríguez, porque permite recordarles a los estudiantes las características climáticas que se destacan en esta parte de Santander.

“Hace unos días, con los pequeños de tercero, estuvimos viendo los climas de los diferentes pisos térmicos, analizamos el lugar en el que nos encontramos y qué podemos sembrar aquí”, explicó la docente.

Pero, además, han podido ser más conscientes de los cambios climáticos. “Cambios que, ‑agrega Rodríguez‑ afectan a todo el país, no solo a la vereda Corintios; por eso es importante conocerlos”.

 

 

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