Carrera Verde del 2016 acaba de lograr su meta de sembrar tres árboles nativos por cada atleta participante

El 21 de febrero de este año, en la segunda versión de la prueba, corrieron 6 mil atletas, por eso Fundación Natura, organizadora de la prueba atlética, debía sembrar 18 mil árboles en sus diferentes zonas protegidas, un compromiso que acaba de cumplir en las reservas Encenillo (Cundinamarca), Cachalú (Santander) y El Silencio (Antioquia).  

BOGOTÁ, OCTUBRE 13 DEL 2016. La Carrera Verde que anualmente organiza la Fundación Natura tiene un objetivo: la recuperación de los bosques degradados. Por eso, la organización de la prueba siempre promueve que por cada uno de los corredores que participan, se siembran tres árboles en diferentes reservas biológicas.

Y no es una promesa trivial. En la versión atlética del 2015, por ejemplo, participaron  5 mil atletas y por eso durante ese año se plantaron 15 mil árboles, además de otros 8 mil que fueron donados por el Jardín Botánico de Bogotá.

Y este año, cuando en la versión de la Carrera Verde que se cumplió en febrero la cifra de atletas llegó a los 6 mil, se adquirió el reto de sembrar entonces 18 mil árboles, proceso que acaba de terminarse con éxito y que será verificado y certificado por una empresa auditora.

Esto último se cumplió bajo la estrategia de conservación ecológica, es decir, los árboles fueron sembrados en sitios que garantizan que cada uno quedará bajo protección a perpetuidad y en zonas protegidas a cargo de la Fundación. Una de ellas fue la reserva Encenillo, de 206 hectáreas, ubicada en Guasca (Cundinamarca), sobre la cordillera Oriental.

Otra área de siembra fue la reserva El Silencio, en El Retiro (Antioquia), de 165 hectáreas, zona trascendental para el suministro de agua en la región. Y finalmente, el tercer lugar de plantación se ubicó en la reserva Cachalú, situada en Encino (Santander), de  2.300 hectáreas aproximadamente.

Apoya la restauración ecológica

La Carrera Verde no llega a estos lugares respondiendo a un capricho. El proceso cumple una función de restauración.

arbolito-web-final

Por ejemplo, la reserva Encenillo fue en el siglo XX una mina de caliza. El Silencio sirvió, por su parte, para la ganadería extensiva que destruyó su entorno. Y Cachalú fue un predio del cual se extraía madera ilegalmente y también se usó para introducir ganado.

Con las siembras, poco a poco, esos ecosistemas han ido recuperando sus funciones biológicas con la consolidación de la vida de plantas y animales, algunos de ellos endémicos o que solo se ven en Colombia.

Se ha apoyado el crecimiento de bosques altoandinos, de subpáramos  e incluso se han formado corredores biológicos con zonas protegidas nacionales, como en el caso de Encenillo, que al ser una reserva vecina del parque nacional Chingaza, apoya el tránsito seguro de un centenar de osos andinos, especie en vía de extinción.

Las siembras tampoco se hacen a la carrera. Incluyen un proceso de selección de especies nativas. Este año se sembraron chilcos, ciros, laureles, tibares, jucos, carisecos, arrayanes, duraznillos, alisos, angelitos, amargosos, hayuelos, coronos, mortiños, espinos, manos de oso, tintos, chagualos, saucos de monte, guamos, guascos, dragos y camargos, entre otras.

Una vez seleccionadas, se distribuyen apropiadamente, para que se garantice su crecimiento y se puedan explotar las características funcionales de cada una, porque muchas atraen la fauna y otras mejoran las condiciones del suelo.

Lo siguiente es programar la siembra, teniendo en cuenta los periodos de lluvias y sequías, factores que inciden directamente en el éxito o fracaso de una labor que a su vez apoya procesos que tratan de frenar los intensos índices de deforestación nacional.

siembras3-webfinal-final

La última cifra sobre este tema presentada por el Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (IDEAM) explicó que durante el 2015 se perdieron 124.035 hectáreas de bosques en todo el país, dato que aunque es un 16 por ciento menor al revelado en 2014 (cuando se habían reportado 140.000 hectáreas deforestadas), demuestra que el panorama no es alentador.

De ahí que la Carrera Verde, más que una competencia deportiva, sea un evento que anima a cada uno de sus participantes a dejar una huella positiva en el país y, de paso, sobre el planeta.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Translate »
spotify-1